Estrés: factor de riesgo para desarrollar cáncer de mama
E
l estrés psicosocial -ansiedad,
miedo, aislamiento‒ influye en la
aparición de cáncer de mama debido a que un gen del
estrés, conocido como AFT3, induce al sistema inmune a
producir errores que dan como resultado el cáncer, señala una investigación de la Universidad de Illinois, Estados Unidos.
“Se ha demostrado que en un estado de estrés
prolongado se forma en el cuerpo otra proteína llamada norepinefrina, que es
una sustancia muy insidiosa que actúa como un catalizador para la
multiplicación de las células cancerígenas”, señala la psicoterapeuta
Natalia Koudina.
ENFERMEDAD DEL ALMA
Muchas mujeres
con cáncer de mama atribuyen su enfermedad a la mala vida que
llevaron desde su infancia, donde no hubo cariño ni entendimiento, lo que
continuó en la adultez con las malas relaciones de pareja, marcadas
por violencia, traición y abandono.
“Siempre digo del
amor al odio solo hay un paso, y del amor al odio hay un cáncer. Las carencias afectivas en las relaciones amorosas o relaciones
tóxicas poco a poco generan gran frustración e incapacidad. Al no
ser amada la mujer se siente sola y excluida, causa un profundo resentimiento
cuando se guarda por mucho tiempo, lo que a largo plazo puede llevar
a una depresión y pensamientos autodestructivos, que poco a poco van acabando
con la vida al convertir su propio cuerpo en un arma letal”, señala.
SE NECESITA CAMBIAR
Las emociones negativas nunca traen nada bueno para la salud mental ni física. Los estados de ánimo negativos bajan las defensas del cuerpo exponiendo a las enfermedades, entre ellas al cáncer.
Por ello es muy importante cambiar los
puntos de vista, aceptando las distintas penas del pasado. Las cosas
del pasado solo existen en los registros mentales (lo pasado pisado
y bien enterrado); la historia ya no se puede cambiar, pero sí
podemos cambiar la manera de pensar y sentir. Hay que
desprenderse de culpas que afectan la libertad y, sobre
todo, hay que saber perdonar a los demás.
¿QUÉ HACER?
Cualquier actividad física –aeróbica,
natación, caminar, etc.‒ reduce la ansiedad y hay un mayor control sobre el estrés
psicosocial. Los ejercicios ayudan a que el cerebro produzca más endorfinas,
que es la hormona del bienestar y la felicidad. Si estás bien de ánimo, todo va
ir mejor.
El Centro de Investigación del Cáncer
Fred Hutchinson de Estados Unidos precisa que las mujeres que hacen
ejercicios o practican algún deporte, tiene de
30 a 40% menor riesgo de cáncer de mama que
aquellas que no hacen nada, es decir, que llevan una vida sedentaria.
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